A ver, seamos sinceros en esto: Todo aquel que se abre una cuenta en instagram, sueña con tener muchos likes y seguidores. Es una red social ideada para mostrarse, para darse a conocer, para conseguir clientes, amigos, amores, seguidores, fans y quereres virtuales.
Pero Instagram ha cambiado mucho desde sus comienzos , y ha proliferado la gestación de un perfil profesional que a más crece, más turbia es la imagen que refleja. Los chispazos en google cuando escribo “Influencer” son infinitos. La figura del influencer se ha bombeado tanto, que se eleva al olimpo de los dioses, donde están los artistas, los futbolistas y los políticos. A golpe de foto y foto, shopping haul, paseos, selfies y speeches han conseguido ser seres que viven (aparentemente) en un plano “supra real”, tocados por el polvo mágico de las marcas que van y viene como la marea y l@s influencer list@s, son aquellos que navegan avistando el más allá. El qué vendrá. La next season.
Pero hay auténticos artistas, div@s, personas inspiradoras, que tienen aúrea, arte, alma y despliegan un mundo estimulante en su feed. No sé cómo será su vida real, pero hay personajes realmente iluminados por las ideas brillantes y bellas. Gente con don, con talento y sin miedo a compartirlo.
Pero del otro lado hay un batallón de Pretenders, que con boots y la compra de seguidoras y los malabares de los algoritmos han hecho que el castillo de los influencers se vuelva arenoso y flonfli. Sin sustancia, vaya. Como una tramoya de escena. Sin nada por detrás. Pero si hay algo que me ha inspirado para hacer esta canción es la formación reglada en torno a la profesionalización de este perfil. En serio. Busquen en google. Universidades, Escuelas, Másteres para convertirse en Influ, en dos meses. De película, o mejor, de serie.
Desde mi humilde cuenta, o mi refugio de avistamiento del comportamiento humano, observo la belleza, los cuerpos transformados por las apps que aumentan el brillo, la curva y las pestañas de l@s usuari@s. Hago scroll, sin parar, buscando la verdad, lo auténtico, lo humano. Porque ver belleza es el mejor de los pasatiempos. Pero la verdad , como concepto, es cada vez es más escurridiza, más intima, más de stories y confesiones. Hay que hacer mucho scroll para encontrarla.
Y me pregunto, ¿qué queremos mostrar? ¿otro yo que nos gustaría ser? ¿una supuesta versión híper mejorada de nuestro ser? Ayudan las apps a crear todo esto? Si, obvio. Pero me gusta pensar que todos tendemos a la esencia, a quitarnos el sujetador cuando llegamos a casa . En definitiva, volver a la lo básico, a ese lugar desde somos nosotr@s mism@s, sin artificios, filtros o postureos impostados.
Pero quiero contarles cómo empezó esta canción.
Volví a retomar a Sabina, mi adorado Joaquín, que no tiene Instagram ni redes, y lo poco que veo de él es pintando cuadros. Justo al contrario que yo ;). Busco en Spotify, ” JOAQUIN SABINA” y me sale : “Esto es Joaquin Sabina” . Una lista abismal con TODAS las canciones de este sabio vividor (y viceversa) y poeta. Me sale la de la Chica Almodóvar, y al rato, la vuelvo a tararear, y me sale natural sustituir Almodóvar por Influencer. Ahí ya se había encendido el motor de la canción. La tenía pegada y la tenía que terminar. Luego llegaron los carnavales, y en una salida improvisada ,me compré estas gafas tan divinas que sólo con ponértelas te sentías Audrey Hepburn en Tiffany’s. Abrí el armario, cogí de aquí de allí, del de mi pareja también y él se puso del mío también. Dimos con el look y nos metimos en el papel. Qué divertido. El carnaval y la improvisación. Total, que íbamos vendiendo el papel de Influencers y nos juntamos esa tarde noche con Mani Manuel y muchos “COCOS”. Entramos en tiendas, y lo mejor fue la intromisión en Loewe, donde muy seriamente nos presentamos como tales, pidiendo descaradamente probar sus productos porque éramos influencers. Ser actor es un oficio muy digno, pensé yo ese día.
Para no extenderme, resumo que la canción está subtitulada. Está clarita y canta todos los highlights de los que quise hablar.
Con esta canción quiero cantar la verdad a través del humor. Parodiar la figura del influencer. Cuestionar la virtualidad y la realidad de este mundo, a donde llegan, hacia donde van, e invitar a influenciar, a los que lo hacen, con una buena orquesta de ideas, valores y alma detrás.